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EL ANTÍDOTO PARA EL DOLOR
¿Quién no ha sufrido un dolor tan fuerte en el corazón que sientes que se te desgarran los huesos? La pérdida de un familiar muy querido, el rompimiento de una relación que tanto amaste, el fracaso de un sueño por el que tanto luchaste, etc.
Cuando estas cosas suceden, la carne, lo único que quiere es consolar su dolor. Por eso mismo el cuerpo busca calmar su dolor con cosas que le hagan efecto al cuerpo. Por eso la necesidad de consumir drogas, consumir alcohol, tener sexo desenfrenado, hacer laceraciones en el propio cuerpo, escuchar canciones deprimentes y un sinfín de cosas que producen un efecto temporal de tranquilidad o desahogo.
Meditando en esto, entendí que la mayoría de seres humanos no entiende que nuestro cuerpo es solamente un caparazón de lo que verdaderamente somos. Somos un espíritu, y nuestro origen no proviene de nosotros mismos, proviene de algo mucho más allá y muy más grande que nosotros mismos. Por eso es que cuando el corazón trata de curarse con antídotos humanos, el proceso es tan largo y doloroso, y la mayoría de veces infructuoso.
Si entendiéramos que la cura para nuestro dolor va mucho más allá de nuestro cuerpo, las cosas serían distintas. Por experiencia propia lo digo. Alguna vez fui un drogadicto y alcohólico. Alguna vez busqué de mujeres fáciles para saciar vacío. Alguna vez trate de quitarme la vida cortando mi cuerpo y lloré amargamente escuchando canciones que aumentaran más y más mi dolor. Hasta que conocí la verdad, la verdad que me hizo libre, una verdad que aunque está siempre al frente de nuestras narices, generalmente la pasamos por alto. Esa verdad se llama Jesucristo. Y cuando conocí la verdad y fui libre, entendí que mi dolor no puede curarse con cosas del cuerpo porque mi cuerpo es tan solo un medio por el cual puedo existir en esta tierra. Cuando entendí esto, comprendí que el mejor antídoto para el dolor del corazón es humillarse ante DIOS así nuestra carne se esté muriendo por dentro. En ese momento, la paz de DIOS que sobrepasa todo entendimiento, puede hacer el efecto positivo que ni las drogas, ni el alcohol, ni el sexo, ni cortes en mi cuerpo, pueden hacer para sanar mi dolor.
Sé que no es fácil, sé que generalmente la carne gana la batalla al espíritu y por tanto estas cosas espirituales pasan a un segundo plano. Pero sé que alguien en este momento necesita estar leyendo esto, necesita saber que realmente el espíritu puede ganar la batalla. Necesita saber que la oración trae una paz trascendente que el mundo no logra entender, porque se recurre a un poder que no es de este mundo.
¡Ánimo! Te lo dice un hombre que aprendió que el mejor antídoto para el dolor del corazón es el dolor de sus rodillas. Permite que DIOS sea el encargado de guardar tu corazón y tus pensamientos. “Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:7; NTV)
"Todo sería distinto si el ser humano entendiera que el mejor antídoto para el dolor es el dolor de sus rodillas" -Jembo D.-
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